Para los pequeños tener un perro es una experienciaúnica que les reporta una buena cantidad de beneficios entre los que seincluyen aumentar la empatía, reducir los miedos e inseguridades, reforzar elsistema inmune y… tener un mejor amigo para toda la vida.
¿Estáis ya decididos a tener un perro y hay niños en casa? ¡Perfecto!Para los pequeños tener un perro es una experiencia única que les reporta una buena cantidad de beneficios entre los que se incluyen aumentar la empatía, reducir los miedos e inseguridades, reforzar el sistema inmune y… tener un mejor amigo para toda la vida. Eso sí, para que todo esto pueda tener efecto, habrá que garantizar una buena convivencia entre los niños y el animal. ¿Y cómo lograrlo? ¡Sigue leyendo!
Lo primero, las presentaciones. Es básico no ir con prisas y enseñarle al niño algunas particularidades acerca de la psicología general de los perros y cómo interactuar con ellos. Con esto nos estamos refiriendo a, por ejemplo, que no salga corriendo a saludar al can o que no ponga la cara justo delante de la suya. Es preferible que extienda sus manos hacia él para que se las olisquee. También a que cuando quiera acariciarlo, lo haga de manera suave, que no le coja las orejas o el rabo, no le tire del pelo y no lo abrace.
En todo el proceso de adaptación, mantente siempre vigilante. Permanece atento a las señales de estrés que te pueda enviar el animal y enséñale al niño a identificarlas. Dile que si el perro mueve la cola agachando el cuerpo y la cabeza es porque está contento, pero si deja la cola quieta y mantiene las orejas tiesas quiere decir que está en posición de alerta y no deberá acercarse a él.
Otro punto importante de esta primera toma de contacto es definir qué lugares van a ser del perro: dónde dormirá y comerá. Estos espacios deben ser sagrados y tanto cuando el perro coma y beba como cuando esté durmiendo o descansando, estará terminantemente prohibido acercarse a él. De esta manera, el pequeño sabrá cuándo el animal tiene ganas de jugar y cuándo de reposar y se evitarán posibles conflictos innecesarios.
Para evitar accidentes, es bueno permitir unos juegos y evitar otros. Entre estos últimos estarían los de tirar de una cuerda y los de perseguir. En el primer caso, el perro puede morder sin querer al niño y en el segundo, derribarlo en el fragor de la carrera. Entre los permitidos, se recomiendan los de lanzar una pelota con una especie de palo y así no tener ni que cogerla con la mano o los de búsqueda.
Llegado el momento, es muy recomendable implicar a los niños en los cuidados del animal. Si es seguro, estaría bien que le diera alguno delos paseos del día, que lo cepillara, que le rellenara el bebedero de agua limpia o que ayudara a bañarlo. Todo esto le enseñará a hacerse responsable de ese ser vivo y a aprender lo que es la responsabilidad. El animal percibirá que el niño lo cuida y lo respetará.
Siguiendo todas estas pautas, te aseguramos que la convivencia entre el niño y el perro será perfecta.
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